viernes, 26 de junio de 2015

POND. "Man it feels like space again" (2015)



A estos australianos liderados por ex-Tame Impala, Nick Allbrook, les gusta fabricar perdigones de psicodelia desde ramales de lo más variado. El  no impacta ni nos da la pista para continuar con la singladura de Pond. Sólo mantiene el tipo con canciones como "Elvi's flaming star" donde se parecen a Bowie, o la inicial "Waiting aroung for grace" más en la onda Flaming Lips.

"Holding out for you" es arrastrada y setentera, en "Zond", juegan al funk con despite, y "Heroic shart" es una amalgama de turbulencia de baja intensidad para que todos los colores de la portada, se extiendan por los pabellones auditivos de tu inquietud.

Luego vienen los recuerdos a Beach Boys, con "Sitting up on our crane", las diabluras siderales de "Outside is the right side", y el pop de "Medicine Hat". Todo demasiado deslabazado, todo sin un hilo de conexión para decir que estamos ante un disfrutable cd.

Me da la sensación que se las ha ido la mano con el rollo de beber de muchos brevajes distinto. Así les ha ido.  Salvo una o dos tracks, las demás no merecen la pena sentarse sobre ellas para fabricar calor. Hasta la que titula el cd no va mas allá de una boutade para hacer sonreír a algún insensato. Solo para amantes de los ecos de Flaming Lips y compañía.


martes, 23 de junio de 2015

DAVID SYLVIAN. "Dead bees on a cake" (1999)


Con tan solo el inicio de "I surrender" sabes que ex-Japan, te abre las puertas a esos universos tocados por la varita mágica de su voz. Este, su cuarto disco en solitario, es una pasada de principio a fin y el tema que inicia el viaje es todo una puesta de largo de sus pretensiones de vagar por el lado más tranquilo de su infinita capacidad creativa.

"Las abejas muertas en una tarta"; con ese titulo del disco, todo puede pasar. "Midnight sun" tiene algo de blues futurista, como cuando David Lynch deja sus obsesiones y se encierra en un túnel de tiempo de sonoridades para agrandar el alma. "Thalheim" es jazz bajo presión, pulsar la fiebre.

En el disco Sylvian se rodeo de un elenco maravilloso de músicos de esos que no defraudan, Marc Ribot, aparece en "God man", otra secuencia de rock electrónico, cargado de paradas en fondas iluminadas de saber. Bill Frisell, Talvin Singh o Sakamoto son otros de los colegas que decidieron acompañar en este sentido disco a un Sylvian inconmensurable.

"Alphabet angel" roza la catarsis, y la espiritual "Krishna Blue" se eleva en sus ocho minutos caminados entre fuego, en un tranquilo remanso decorado con flores de loto y amnesia para el dolor. También hay tiempo para la lentitud total, para baladas de enjundia como "The shining of things" o canciones que bien pudieran estar en el catalogo 4ad, "Cafe Europa".

"Pollen parth" recuerda sus colaboraciones con Robert Fripp. Aquí suena tormentoso en la calma, se intuye que detrás de ese corpus de banda se esconden razones para dibujar prisiones en el aire del querer. "Wanderlust" es soul sincopado y "Praise", con la voz oriental de Shree Maa pone la serenidad al servicio de la elevación; confort y caricias, abanico y estudio para soñar.

David Sylvian, nunca nos falla, es una especie de Bowie underground, un trazador de corrientes internas de goce. Artista total, tallando a su manera nuevas formas de sentir musicando, pensando notas, gozando lluvias.


domingo, 21 de junio de 2015

THE NATIONAL. "Boxer" (2007)


Desde que los descubrí con "Alligator" no les he perdido la pista. Me gusta la voz de Matt Berninger, me gusta esa tensión que despiden sus temas, siempre a punto de desbocarse, en medio de una tormenta cualquiera.

Y si se comienza un disco con una canción tan asombrosa como "Fake empire" con sus vientos y su aire de melancolía radiante, ya tienes todas la papeletas para caer ante ellos. También gusta a The National elaborar disgresiones con ecos del postpunk; "Mistaken for strangers" suena a Interpol, siempre con la gravez voz de Matt enredándose en sus telarañas particulares.

The National se han hecho grandes poco a poco, y esa "competencia" con Arcade Fire para obtener efímeras medallas en el mundo indie, la han ganado con creces. Me creo "Brainy" porque me pongo triste cuando la oigo, porque me puedo imaginar a la banda en un escenario repleto de pétalos mustios, ante un público afligido y necesitado de versos para conjugar el dolor.

"Squalo victoria" sin embargo, se acerca a la melancolía de American Music Club, en un vendaval de tranquilidad aderezada como en todo el album, con un exquisito nivel compositivo. No me extraña que sus ultimas apariciones por aqui petasen pabellones. Tienen cuerpo de banda grande. "Slow show" es una bonita sereneta con piano y luces al atardecer, rubricando firmas en cielos que vierten sopor de fiesta interior.

Luego "Apartment story" vuelve a traernos la distorsión en forma de boomerang armado con grisu de insolencia y "Ada" es una petunia adornada con ribetes sinfónicos, tranquila secuencia de un film visto muchas veces, pero disfrutable de principio a fin. "Gospel" pone el punto final a este engranaje de pasión íntima, rock suave, post punk de cabaña en el campo. The National, un seguro para no equivocarse.



miércoles, 17 de junio de 2015

SWERVEDRIVER. "I wasn't born to lose you" (2015)


17 años han tardado una de las bandas más impactantes en eso que se llama shoegazing en sacar este "I wasn't born to lose you". La espera ha merecido la pena. Soberbio, repleto de feedbacks, anabolizantes para pertrecharse durante un buen rato con una buena andanada de ruido que quema.

Ride, Loop, o My Bloody Valentine, eran algunas bandas que hicieron de la crudeza, la tensión y los sonidos oscuros, una mapa donde dirigir tus huellas, donde perderte entre explosiones líricas de electricidad en medio de voces suaves que te llevaban de la mano a callejones sin memoria ni calor.

Escucho la primera, "Autodidact" y parece que no haya pasado el tiempo. Todo en su sitio, melodía estrujada, guitarras que son espasmos, cartas sobre la mesa mientras te rompes los oidos con una amalgama de suciedades límpias. Puro candor. Cinco minutos de fiebre y conmoción. Como cuando me compré "Raise" (1991).

"Last rites"  es otro paso más hacia una perfecta insolencia, una ramalazo de pop-himno endemoniado, el infierno y las guitarras que atruenan, burbujas de acero y yo mirando atras cuando con 20 años me comía el mundo a pedazos siempre demasiado grandes. Que enorme bendición oir de nuevo esta dulce catarsis en forma de rock estrujado.

El listón no baja en todo el cd. "For a day like tomorrow" tiene aire a Ride sin red, acometiendo con énfasis una ola de psicodelia de baja intensidad, a pulmón, sin oxígeno, en las bravas aguas de la conmoción. Está claro que tienen que venir nuestros viejos grupos de los 90 para subir el listón.

Me pongo "Everso" y alucino con ese enjambre de electricidad, con una concatenación orgullosa de coros que viven por y para la distorsión, en un mar que va y viene, pesca de altura de corazones radioactivos, carne fresca para soñar. Conmoción arterial. "Red queen arms race" es densa, árida, con un deje melódico en medio de una frenetico sucesión de electrocución sideral. "Lone star" se acerca a ratos a su manera a los Sonic Youth, y "I wonder", la ultima del viaje otro pelotazo de electricidad galvánica. Han vuelto para quedarse, para seguir mirando atras con la vista hacia delante.



lunes, 15 de junio de 2015

TALKING HEADS. "Fear of music" (1979)

Qué grupo más mayúsculo Talking Heads. Para mi modesta opinión, los mejores de la new wave, con ese monstruo a la cabeza llamado David Byrne, como pionero por su forma de tratar el sonido, y que puso las bases a lo que vino después.

Este tercer disco de los Talking Heads, (para mucho el más flojo de sus primeros trabajos), es el que más arriesga, el más duro y arisco, el que juega al escondite con recovecos sónicos armados y peligrosos. La guitarra de Robert Fripp, en "I zimbra" es todo un lujo, una forma de dar cuerpo a toda una lección musical, de un grupo que revolucionó la escena de finales de los 70.

Producido por Brian Eno, las joyas se reproducen sin parar: "Mind" y sobre todo "Paper" con ese minimal ritmo tan caracteristico de la casa, son solo una muestra de la capacidad que tenían Talking Heads para componer canciones que te dejaban sin habla.

Jerry Harrison, Tina Weymouth y Chris Frantz, acompañaban a Byrne en esta colosal aventura para gusto de los que pensamos que sin riesgo no hay descubrimientos. "Cities" aparte del ritmo festivo que posee, tiene una carga de experimentación que dice mucho del deseo del grupo de no parar en su continuo galimatías.

Si "Remain in light" , el lp homónimo y "More songs about buildings and food" son quizás para los criticos los pasos más geniales de la banda, "Fear of music"  con su negra portada, asume el riesgo de ser un paseo por la underground sin quitarse los colores, saboreando los dejes africanos en apoyo a una estructura musical que era todo una tormenta de tonalidades para el oyente. Los pringraos de Vampire Weekend lo llevan claro si quieren pasar por unos Talking Heads actualizados.

Cada dia me doy cuenta que los grandes discos que salieron en los 80 y 90, siguen siendo tabús para la mayoria de bandas que quieren perpetuar lo ya hecho. "Memories can't wait" es oscura, algo crimsoniana, urbana y sideral, glam con cuchillos. "Air" me lo imagino como himno para video clip ochentero. Un placer el cambio de voz de Byrne, mascullando en un zigzag bestial.

La mejor del disco, "HEAVEN", asi, en mayúscula, la conoci primero con la versión que hicieron Esclarecidos. Menudo tema. Te deja la carne de gallina salvaje. El piano, el cielo, nadie. Sin palabras que se queda uno.

El funk de "Animals" es todo un portento, fuego y guitarras en celebración de artificios varios, tensión y luces que van y viene. "Drugs" y "Electric guitar", pesadas y efectivas, ponen el final a un portento de disco, de una banda insuperable, que oyendolo hoy da mil vueltas a la mayoria de la caterva de energuemenos que se creen que han inventado algo.

jueves, 11 de junio de 2015

THE HELIO SEQUENCE. "Negotiations" (2012)


Lo reconozco, Llevo dos escuchas de este disco de la banda de Portland, y no puedo decir más que ahora que Arcade Fire se han convertido en un bluff, ya tienes donde dejar tus tristezas y tus épicas personales. Con tan solo oír las dos primeras canciones del disco, "One more time" y "October", comprobarás que The Helio Sequence tiene todo para que subas el volumen de tu equipo y te emociones a raudales con su pop de corriente sentimental aderezado con guitarras que crispan y duelen.

Escucho el inicio de "Downward spiral" y parece que me voy a encontrar con Radiohead, pero no, las letras y las palabras van y vienen, los susurros se agotan, la magia pervive en cada entonación de Brandon Summer, guitarra y cantante de este portentoso grupo que desde ya me pongo a buscar toda su radiografía musical.

"Hall of mirrors" es otra bocanada de goce eléctrico, un vals que alegra y arremete, una suculenta descarga que te deja sin respiración mientras el sol aprieta tu piel y tu buscas sombras en los 80 para ubicar a estos americanos que saben hacen de la emotividad y la tensión su principal baza para mantenernos en vilo.

Y "Open letter" es un puro enjambre que me recuerda a The National cuando estos te hacía perder la cabeza con su indie rock de raices de corazón. Ahora que estoy solo en casa aprovecho y lo pongo más alto que mi voz, me quedo con los dedos agarrados a las letras mientras me meto un poco en esta tristeza que tengo hoy que no se de donde viene, y que se que mañana será resaca. Cuestión del vivir, supongo.

"When the shadows falls" es hojarasca y penumbra, cadáveres que se levantan  mientras la batería se une al festival de alfabetos de pulsiones afectivas. "Silence on silence" con su halo ochentero evoca y clama pasiones derbordadas, galimatías y soflamas que se vencerán con el correr de los días. Que buena sorpresa estos The Helio Sequence.

A los que disfrutamos con el paroxismo, con las inclemencias y el pop afectado, "Negotiations" será un abanico para airear tus males interiores. "December" y vuelta a empezar. Recojo las cosas de la casa, releo algo de ese libro de Philip K. Dick que me está sorbiendo, miro al cielo y digo que si, que ya es hora de salir

Me pondré el sombrero, caminare por el barrio, mientras en los oídos llevaré los aullidos de esta banda que recompone los silencios.


lunes, 8 de junio de 2015

ILEGALES. "La vida es fuego" (2015)


Con nosotros de nuevo, el gran Jorge Martinez y sus Ilegales. Qué enorme noticia que este pirata astur siga con su barco a la deriva destrozando normalidades musicales, ejecutando su danza macabra de hombre-músico; binomio, mixtura perfecta para resguardarnos de los moñas, de los indies modernetes de postín que no tienen ni puta idea de que va esto.

Me pongo "Voy al bar" y parece que no han pasado tantos años. "Agotados de esperar al fin", "Todos están muertos", "El corazón es un animal extraño".... Es igual, más antiguos, más modernos, Jorge sigue siendo el personaje más irreverente de nuestra escena acomodada, que sube a los altares a principiantes ñoños, y olvida la importancia que ha tenido en la evolución de nuestra música Ilegales.

La que titula el cd, es puro activismo, es la voz de Jorge que dice lo que todo pensamos. No se corta, siempre fue un punk comedido con clavos en la lengua. Guitarra como serpiente, serpiente como dulce veneno para la garganta que gusta tanto de licores diversos como de elixires salvadores.

La portada del disco recupera una vieja foto que iba para primera postal de uno de sus primeros trabajos. El contenido del disco, a cada escucha es más disfrutable. Ya llevo cinco, y me lo estoy pasando bomba con este ramillete de granadas que no se comen, que explosionan cuando el play surca tus dedos.

"Regresa a Irlanda" forma parte de esos temas cachondos de Jorge, macarras, que juegan con las cartas al trasluz, ironía y subversión. Pero cuando me rompe Ilegales, es con sus himnos tranquis, "Hacia las profundidades" es ya mi canción del verano. Su guitarra te lleva a su voz, sus letras a un mar loco, donde los cangrejos fuman, y la espuma salada se pasa de lista y te deja los pies asolados. Qué maravilla. Qué profundidad.....

Y "Vivir sin novia ni reloj" es toda una declaración de principios, con marcha de rock de campo. El desamor y unos labios huidos por la penumbra del adiós. Jorge, tahur provenzal a su manera, fuego y más fuego para la leñera del deseo. "El souvenir" recuerda la etapa de Jorge con sus magníficos. Canción con ritmo ska, puñeteros solos que arriman su electricidad a la voz de este diablo de cuernos de gin.

También hay tiempo para el blues, "Aquel boogie pesado", surcando cielos grises y acalorando tu dicha con espasmos guitarreros.  Para todos los gustos, señores, para todos los gustos. "Hipster" es todo un puñetazo en los morros a estos modernos barbudos que van de listos, lo más in, con su prepotencia, jodidos mierdas. Un solo bramido de Jorge y os rompeis en mil pedazos.

Vuelvo a sentirme joven cuando me pongo el himno "El teléfono y el mal". De esas canciones que se que se repetirán en los oídos como nana a los 45 años, un poco de arrojo de un monstruo de la escena que dispara sus dádivas a diestro y siniestro para que no nos sintamos solos. Chulo Jorge, con arma y maestría, un perfecto amigo cuando quieres bronca o quieras curar tus males a solas en la barra de un lúgubre bar.

Para el final, la mejor, "Las rosas trepadoras asesinas", tranquila balada asesina, de esas que se clavan en tu psique y no te abandonan. Ahora que las mareas han inundado victoriosas las tierras astures, nada mejor que Ilegales, como banda sonora para estos nuevos tiempos, salvajes, pero seguro poseedores de la clave para acabar con tanto político corrupto y maldito. Jorge, el viejo joven, la metralleta del rock, la sonrisa irónica, el papá de los tugurios.....


sábado, 6 de junio de 2015

NAT BALDWIN. "In the hollows" (2014)


El componente de Dirty Projectors, Nat Baldwin, armado con su contrabajo y su falsete que sube montañas y araña cuerdas, nos regalo en el 2014  este pedazo de disco de uso y disfrute para esa minoría silenciosa que disfrutamos con el sopor del buen silencio.

"Wasted", y sobre todo "Knockout" nos ofrece un desarrollo colosal de las posibilidades de un instrumento, que acompañado con esa voz de que trincha aires para desperdigar abrazos, te enfangues en una redadas de rosas rociadas con el cariño del crecimiento.

Me gusta "Half my life" porque cumple lo que promete, vals amansador, tensión a pelo, descubriendo formas nuevas para divagar en divanes de luces y sueño perpetuo. la New York Ensemble Music, grupo de cuerdas para estirar la dicha, ayuda a Baldwin en este tentación de sombras para pintar espejos.

Sólo con el inicio de la que titula el cd, te verás empujado a aplaudir a este cantaindie que parte de la vehemencia de los huecos ("hollows") para acribillarnos a dentelladas, versos en botella, fiebre que te hace pedir una cerveza de eclipses, o un beso de esos que sirven para calma la pena.

"The end of the night" es una luminosa especulación que juega al escondite con sus recovecos de jazz interior, de velas que se apagan mientras las cuerdas que ayer fueron instrumento de horca, hoy salvan al ahogado de un final de tiburones hambrientos. Me seduce "Starpshooter", y no paro de pincharla en el tocadiscos invisible de mi querencia musical.

Asi es Nat Baldwin, basta ver el clip que pongo por aki abajo para caer sin remisión en el poderío inmediato de este tahur de la introversión. Para decir adiós, "A good day to die" una aclamación sin final ni principio. Música de altura para cerrar los ojos y soñar.


miércoles, 3 de junio de 2015

THE CARETAKER. "An empty bliss beyond this world" (2011)


Suenan los primeros minutos de la canción que enciende el disco, "All you are going to want to do is get back there", y parece que estoy sumergido en una sala llena de humo, años 20, club de jazz donde los espias se lanzan besos entre tragos de whisky añejo.

No, no es un espejismo. "Moments of sufficient lucidity" viene a repetir las mismas coordenadas, desde unas base de electrónica aletargada, clitch que barruntan negras conmociones, mientras todo parece repetirse en una noria programada de viajes de ida y vuelta.

Después de 14 años en pleno rendimiento, la banda-colectivo que sale de la alucinada cabeza de Leyland Kirby, sabe fotografiar con su minimalismo las bases de las arterias, los toboganes de unos recuerdos de un tiempo muy lejano.

Es como imaginar el Paris de la ocupación, calles en silencio, la noche que todo lo ciega, y los camisas pardas vigilando esquinas, pasando de largo ese oscuro callejón con forma de eterno silencio, donde tras un cristal turbio y mohoso, alguien juega a las cartas con el amor y la resistencia. "Libet's delay" y bailamos mientras la orquesta ha dejado todos los trajes en la tintorería del ayer.

Mi primera inmersión en el mundo de The Caretaker no puede ser más gratificante. La que titula el cd, con su inicio de vinilo que no quiere arrancar, lleno del polvo del tiempo, pone las claves en la estructura de unos temas (por llamarlos algo) que juegan siempre al despiste a la evocación de algo aun no vivido.

"A relationship  with the sublime" es otro espectral experimento que te enjabona con sedacción, otra postal encontrada tras la batalla bajo los pies de la eterna mugre. Y "Mental caverns wihout Sunshine" es para ponertelo a todo trapo, con el violín como recurso entre el sonido de la aguja del tocadisco que parece cansada de poner siempre la misma sintonía del hastío, del dolor.

The Caretaker, hacen a la electrónica lo que en su día hicieron Codeine con el rock. Amorfinan los esquemas, se replantean los modos de elaborar un mapa sonoro desde parámetros totalmente aislacionistas, pertrechados en la voluntad de ser unos emisarios de una viaje atrás sin vuelta adelante ("Pared back to the minimal").

"Tiny gradiations of loss" y "Camaraderie at arms length" para acabar, repiten lo ya dicho desde el inicio. Añil, buceo en la decadencia y novela negra entre ramas de electrónica ausente. Una delicia que no te debes de perder. Gozar,gozar,gozar....



lunes, 1 de junio de 2015

TARANTULA. "Humildad transcendental" (2009)


Tarántula fue un experimento que se sacó de la manga Joe Crepúsculo para hacer un viaje en el tiempo y posarnos en los años 80. Tras "Esperando a Ramón," Joe, acompañado de Vicente Leonore y Dani Descabello, se propusieron elevar el concepto de himno a su máxima expresión.

"Antisistema solar" es un equilibrio que navega entre lo gracioso y lo marcial, y "Eres un gusano" es una canción pop de mermelada envenenada, letra estrambótica, pulsómetro al límite de nuestro disgusto. "Nostalgia del futuro" es como entrar en un bucle espacio tiempo donde te topas de repente con los primeros Gabinete Galigari y Derribos Arias se toman un pacharán venenoso.

"El mítico culo" es la ostia, puro nihilismo ácrata, concatenación de nombres artísticos en beneficio del odio. Y "Un soñador" parece salida de los 70, un artefacto lento que se retuerce en volcanes de palabras que cruzan miradas desviadas, con Joe gritando febriles encantamientos de penumbra.

"Con toda la marcha" es un hit cazallero para entonar mientras rompes botellas, estampando tu inquina entre cristales y vómitos hacia una sociedad alineada, formada por vergonzantes especímenes que no sabes muy bien que pintan entre nosotros.

Seduce Tarántula en "Condes de Barcelona", un misil hacia ninguna parte, y "El vals de las mariposas" podría valer para un festival de eurovisión repleto de deliciosas anormalidades. Y casi para terminar este viaje, "Canción universal" que parece una boutade rusa y "Zum Zum", un delicioso esperpento, canción cantautoril galáctica con salmos estelares.

Tarántula, una deliciosa amoralidad musical que no sabes si todo es puro cachondeo, o simplemente les gusta enfatiza el rollo de fenómenos paranormales sin etiquetas que valga.